La destitución de Lola Jonhson solivianta a los populares
El malestar interno por la línea roja del presidente crece con la marcha de la jefa de Comunicación.
Barberá comunica a Fabra su desacuerdo por una estrategia que da alas a la oposición
levante-emv 24.05.2014 | 03:47
julia ruiz | valencia
La dimisión forzada de Lola Johnson como secretaria autonómica de Comunicación tras ser citada a declarar en calidad de imputada, junto a cuatro exaltos cargos de RTVV, para dirimir si cometieron un presunto delito de malversación de fondos y administración desleal ha caído como una bomba en la organización a 48 horas del 25-M y a un año de unas autonómicas en las que Fabra necesita como nunca un partido unido.
La línea roja contra la corrupción establecida por el presidente ha sido acatada a regañadientes por la mayoría de dirigentes del PP que en privado y también en algunos casos en público (el barón provincial, Alfonso Rus) han cuestionado que la mera imputación implique el cese en la Generalitat o en el partido. Si Fabra tuvo apoyos en un principio en esta estrategia con casos como los de Cooperación o Gürtel los ha ido perdiendo conforme la cesta de imputados ha ido creciendo y nutriéndose de fuentes distintas. La destitución exprés de Johnson, una de sus colaboradoras más estrechas en los últimos cinco meses en el Palau y en el partido, ha conmocionado a los populares. Muchas voces cualificadas piensan que Fabra debería haber aprovechado este caso para variar sus directrices.
La imputación de Johnson y los cuatro exdirectivos se ha producido a raiz de una denuncia presentada por Compromís. La tormenta interna en el PP no es tanto por Johnson, sino por la sensación de desamparo que tienen muchos en el partido y en la Generalitat ante denuncias que consideran políticas. «Si no la ha defendido a ella, que era su sombra, que no hará con el resto», reflexiona una alto cargo de la Generalitat. Según algunas fuentes, hay cabreo en las tres direcciones provinciales e incluso la propia alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, hizo llegar su malestar a Fabra, al entender que se está dando armas a la oposición y cayendo en su estrategia. Fabra dejó claro el pasado jueves a Johnson que no tenía más alternativa que irse. No llegó si quiera a analizar la situación o estudiar posibles alternativas. Es lo que hay, le vino a decir.
El presidente está decidido a no variar su línea roja ya que entiende que la oposición se le echaría encima, un convencimiento personal que no alenta Génova. La dirección nacional ha marcado su posición en casos muy sonados, pero en general apuesta por echar sólo a aquellos que se sienten en el banquilo. Algunos en el PP creen que Fabra no hace sino animar a la oposición a ir a los tribunales a la caza de imputaciones. Pero el enfado que se palpaba ayer en el PPCV era además por las formas con las que se despidió a Johnson. Hasta quienes admiten que Fabra no tenía otra opción que ser coherente y aplicar la línea roja a su jefa de Comunicación le afean su frialdad. En sus declaraciones a los medios, Fabra no dedicó una sola palabra de agradecimiento a su colaboradora y además trató de poner tierra de por medio: «No tiene nada que ver con la acción del Gobierno, se refiere a una época pasada», dijo.
Ayer el vicepresidente José Císcar se esforzó en la rueda de prensa posterior al Consell en defender a Fabra. Aseguró que Johnson ha dado un buen ejemplo al dimitir, aunque criticó a quines buscan el «estigma de la imputación». Descartó que fuera un error haberla elegido e insistió en que Fabra exige a sus cargos públicos la máxima ejemplaridad: «Si hiciera lo contrario y dejara en los puestos que dependen de él se criticaría y no daría el ejemplo que él pretende dar».
Fabra ha acabat decebent a propis i extranys. Em va semblar un polític interessant, amb capacitat pròpia per actuar i decidir, pero el seu comportament lacai amb els pròcers de l’oligarquia espanyola i la seua actuació amb els propis l’han convertit en una figura facilment amortissable davant els embats de la política nacional valenciana.