La SER i Àngels Barceló responsables per donar cobertura a VOX

NOTA DE PREMSA DE RV/PVE
AL PAÍS VALENCIÀ  S’HA D’AÏLLAR A VOX I ALS QUE LI DONEN COBERTURA
RV/PVE considera la cadena SER i la presentadora, l’espanyola (1) Àngels Barceló, màxims responsables dels fets ocorreguts en el Debat polític d’ahir on la franquista/feixista/espanyola i candidata del partit franquista/feixista/espanyol VOX, Rocío Monasterio, es va fer amb ell, amb xuleria de pinxo i encoratjada per la debilitat dels espanyols front al feixisme. La SER i la Barceló, amb la seua frivolitat -si no quelcom pitjor- permetent i posant els micròfons a l’abast dels franquistes i feixistes, van ser els principals responsables dels fets ocorreguts, on Pablo Iglesias es va veure forçat a abandonar, malgrat els intents de la Barceló, perquè com els jueus en el Gueto es mantingués al costat dels botxins.
Que els espanyols s’ho facen com vullguen, però al País Valencià no es pot consentir donar la veu al feixisme. I tots aquells que ho facen o el permeten ens caldrà senyalar-los com a còmplices i col·laboradors dels enemics de la societat oberta que ja en el seu dia va denunciar Karl Popper.
Assemblea de RV/PVE
País valencià, 24 d’abril del 2021
(1) Españoles (no confondre amb castellans, catalans, andalusos, bascs, asturians, manxecs, etc. etc.) són les persones que voluntàriament –amb emoció o indiferència– s’adscriuen a la Nación española o Reino de España o República española o ‘pueblo español’ o España o Estado español, un Estat que predica o intenta construir, no sense dificultats, una ‘identidad nacional española’ al temps que destrueix les identitats realment existents en eixe Estat. La resta de persones d’aquest Estat ho són per imperatiu legal.

La 1ª CONVENCIÓ PER LA REPÚBLICA VALENCIANA aprova la Ponència estratègica i queda constituït el MOVIMENT PER LA REPÚBLICA VALENCIANA (MRV)

1ª CONVENCIÓ PER LA REPÚBLICA VALENCIANA
La Convenció aprova la Ponència estratègica i queda constituït el MOVIMENT PER LA REPÚBLICA VALENCIANA (MRV)

Ahir dijous 22 d’abril, es va votar i va ser aprovada, amb un 88% de suport, la Ponència estratègica de la 1ª CONVENCIÓ PER LA REPÚBLICA VALENCIANA amb el que va quedar constituït el MOVIMENT PER LA REPÚBLICA VALENCIANA (MRV). A continuació es va votar i aprovar el REGLAMENT de l’MVR que defineix l’estructura territorial, la representació i la presa de decisions. Este reglament desenvolupa l’Acord 11 de la Ponència estratègica i apareix anunciat en el punt 2.3 de la mateixa.
Ambdós documents es poden llegir en la secció ‘Documents Públics’ de la pàgina www.germanies.net
Tant la Ponència com el Reglament, defineixen la posada en marxa de manera autònoma de Juntes Republicanes al llarg del territori valencià; col·lectius per encetar processos participatius i unitaris, per anar agrupant a tots els republicans que reivindiquen l’Estat valencià, la República Valenciana, com un fi en si mateix, sols condicionada -segons es pot llegir en la Ponència estratègica- a:
– L’acceptació i defensa de la Declaració Universal dels Drets humans.
– La seua laïcitat, és a dir, no condicionada a cap ideologia, religió o teocràcia.
– la defensa de la democràcia oberta, la llibertat sense dominació, la igualtat sense privilegis i la fraternitat sense condicions. Una república on cap persona precise demanar permís a cap altra per a poder viure dignament.
La Ponència defineix l’MRV, com polític-cultural; es promou dues àrees d’actuació, la política i la cultural, que respondrien a les expressions ‘Fer República…’ i ‘Fer País…’ que tindrien en les Juntes republicanes, llurs motors per a generar l’acció polític-cultural republicana en poblacions i comarques de dalt a baix del País Valencià. La Ponència i el Reglament estructuren territorialment l’MRV en quatre RegionsHui divendres, 23 d’abril, en aplicació de la Ponència i del Reglament, s’està produint la votació en la Junta Nacional Republicana del País Valencià (JNR) per a elegir els CINC representants per a la Junta Agermanada Republicana dels Tretze (JAR13). La resta d’agermanats, VUIT, son elegits (2+2+2+2) en les respectives Regions.
Per a +INFO:  www.germanies.net
Equip de premsa de la Mesa de la  1ª CONVENCIÓ PER LA REPÚBLICA VALENCIANA
País Valencià, 23 d’abril del 2021

NOTA DE PREMSA ANTERIOR
22, 23 i 25 d’abril finalitza la 1ª CONVENCIÓ PER LA REPÚBLICA VALENCIANA

Las Falsarias

LAS FALSARIAS

20/04/2021
Por si no teníamos suficiente con las “performances” de la abeja Maya, travestida en la ingeniosa señora Colau y su fábrica de inventos inútiles, ahora hemos de soportar las continuas intervenciones de la señora Jéssica Albiach -cuyo nombre de pila no puedo evitar asociar a una telenovela venezolana-  que parece dispuesta a apropiarse del patrimonio de la izquierda.
Tras las elecciones autonómicas y con sus ocho escaños en la mano, la señora Albiach anunció que llamaría de forma inmediata al candidato del PSC (señor Illa) y al de ERC (señor Aragonés) para emplazarles a negociar. Muy ufana y en pleno éxtasis declaró: “El govern de izquierdas es posible. Es más, diría que es imparable”.
La cuestión de fondo es tratar de comprender que entiende esta señora por “la izquierda”. No vamos aquí a recordarle el origen circunstancial del tal etiqueta, pues imaginamos lo conoce sobradamente. Lo que sí sería bueno es que actualizara sus conocimientos y abandonara los esquematismos que la “izquierda institucional” utiliza como coartada para vender un proyecto progresista vacío de contenido. El caso más citado, que seguramente algún  profesor le habrá contado en su efímero paso por las aulas universitarias, es el del PRI, partido político mexicano que fue hegemónico en gran parte del siglo XX y que fue evolucionando y ajustando su ideología a la conveniencia de sus cuadros, desde una izquierda maximalista a una derecha neoliberal, para acabar en un “centro derecha-centro izquierda”, que es donde acaban todos los proyectos fracasados. El problema del PRI es que había “institucionalizado” la revolución, extraño fenómeno perteneciente a la lógica paradójica.
En el Estado español el PSOE, como partido dinástico, sería un ejemplo de esa izquierda institucionalizada cuya praxis política no tiene nada que ver con su teoría ideológica. No es mejor ni peor que el Partido Popular, con el que compite para repartirse el poder y la corrupción que éste lleva aparejada.
Será por ello que los anglosajones han abandonado la semántica posicional (derecha e izquierda) y llevan años manejando unas variables más expresivas: conservadores y progresistas. No hace falta decir que el conservador es el que tiende a conservar y que para hacerlo ha de tener algo que defender. Que este algo sea fruto de su trabajo, de su esfuerzo, de sus capacidades o simplemente heredado, es otro aspecto de la realidad.
El modelo ideal del conservador pone el énfasis en el individuo frente a la colectividad. Cree que se ha de fomentar la responsabilidad personal y no dejarla en manos del gobierno, que acaba limitando las libertades. Es también por ello que defiende en términos económicos el libre mercado y está en contra de las regulaciones estatales. De esto se deriva una baja tasa impositiva (fiscalidad) y una reducción del peso de lo público en favor de lo privado. La ley y el orden han de quedar asegurados. La religión, cualquier religión, sirve para legitimar el proyecto.
El modelo ideal del progresista predica justamente lo contrario. Cree en el papel del Estado como agente regulador que asegure la igualdad de oportunidades, proteja las libertades civiles y defienda los derechos humanos. En definitiva, que es el Estado quien debe resolver los problemas de la gente. En términos económicos cree en una economía mixta, donde el libre mercado vaya acompañado por el control público de sectores estratégicos. Está a favor de una tasa impositiva progresiva, de forma que pague más quien más ingresa (renta) y más tiene (patrimonio). Piensa que la religión, cualquier religión, pertenece a la esfera privada y no debe ser subvencionada por el contribuyente.
Claro que estos son “modelos ideales”, que raramente se cumplen. En la práctica y en la sociedad liberal-conservadora (que es la que priva en las sociedades capitalistas), hay una tendencia a mezclarse ambos modelos, que acaban vendiendo una mercancía similar en la que las diferencias son de matiz.
Si tomamos la democracia más genuina de todas  (la británica) vemos que su revolución (1688) aunó los intereses de conservadores (tories) y liberales (whigs) para reducir el poder de la corona y someterla al control del parlamento. Este acto menos conocido pero más revolucionario que el que sus pares franceses organizaron en 1789 (y del que se nutre buena parte del pensamiento de “izquierdas”), marcó ideológicamente el territorio y creó una plataforma de intereses comunes. Luego los “whigs” fueron sustituidos por los “labours”, pero en sustancia nada cambió. Todo lo contrario les sucedió a los revolucionarios franceses, que sufrieron una contrarrevolución, que ha ido repitiéndose cada vez que alguien ha querido romper el modelo. Será por ello que en Gran Bretaña todos son “progresistas”, aunque con matices: conservadores progresistas, liberales progresistas y “nuevos” laboristas progresistas. Y es que ser progresista es “cool” y nadie quiere sentirse expulsado de la tribu. Hay que ser muy prudente con los códigos.
El concepto de “progreso” es muy antiguo, aunque para situarlo podemos ceñirnos al papel del humanismo renacentista y al aporte científico de la Ilustración que liquidaron el teocentrismo medieval, pensamiento que consideraba que el progreso no tenía sentido, pues tras la caída en el jardín del Edén el hombre no podía esperar más que lo que la divinidad le concediera.
El progreso es mejora, el progreso es crecimiento, el progreso es libertad. El progreso es de todos y no es patrimonio de nadie. Kant, Hegel y Marx, entre otros, lo explicaron profundamente.
Pero como la señora Albiach propone opciones de un gobierno “de izquierdas” para Catalunya como región (y no como un Estado libre e independiente), conviene aclararle ciertos conceptos básicos:

  • La izquierda, tal como ella la imagina, no existe. Es una entelequia.
  • El señor Illa es un militante del PSOE.
  • El PSOE ratificó entusiásticamente la aplicación del artículo 155 de la constitución, para liquidar un gobierno de la Generalitat elegido democráticamente.
  • El PSOE es un partido de centro derecha, con abundantes tintes reaccionarios.
  • Reaccionario viene de “reacción”, que es la respuesta del sistema a cualquier movimiento de ruptura.
  • El independentismo catalán es un movimiento de ruptura del statu quo. No es que pretenda romper España (un mantra ridículo) sino que quiere romper el modelo perverso de la “transición-transacción” española.
  • Los de Catalunya en Comú-Podem gobiernan en coalición con el PSOE a nivel del Estado.
  • Els Comuns son herederos de ese modelo, que transigió con la versión fascista del dictador Franco (“todo atado y bien atado”) y con la versión más civilizada del príncipe de Lampedusa (“es menester que todo cambie, para que todo siga igual”).
  • Buena muestra de su estilo depredador es la manera en que pactaron con la derecha cursi del afrancesado señor Valls para conseguir la alcaldía de Barcelona.

La señora Albiach (doña Jéssica) ha de hacer un reset antes de volver a abrir la boca. Le ayudará conocer aquel pasaje de “Alice in Wonderland” en el que Humpty Dumpty dialoga con Alicia en estos términos: “Cuando yo uso una palabra, significa justamente lo que yo decido que signifique, ni más ni menos”. “La cuestión es” -responde Alicia-  “si uno puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes”. “La cuestión es – remata Humpty Dumpty –  “que yo soy el que manda. Eso es todo”.

La señora Albiach no es Humpty Dumpty, al menos por ahora. No puede usar las palabras a su conveniencia y darles el significado que le dé la gana. No lo puede ni lo debe hacer, aunque sea por respeto a la gente de izquierdas (de izquierdas de verdad) que lucharon por la libertad en  los años de plomo del franquismo.

 

El valencià exclòs de l’escola durant la Segona República

El valencià exclòs de l’escola durant la Segona República per Josep Daniel Climent

Poc després de proclamada la Segona República espanyola, el govern provisional promulgà el Decret de 29 d’abril de 1931 (Gazeta de Madrid, 120, 30-04-1931, 413-414) que establia que a les escoles maternals, de pàrvuls i d’ensenyament primari «de Cataluña la enseñanza se dará exclusivamente en lengua materna, catalana o castellana». A més a més, un article addicional del Decret determinava que «justificándose en otro territorio del Estado la misma necesidad que en Cataluña y formulada la petición, el Gobierno resolverá aplicando el espíritu de los artículos anteriores, en armonía con la difusión y circunstancias del idioma respectivo». És a dir, que obria les portes a l’extensió de l’aplicació del Decret de bilingüisme en altres territoris.Poc després, el ministre Marcel·lí Domingo manifestava en el míting celebrat al camp del Mestalla el 14 de juny del 1931, davant de 50.000 persones i sota un enorme cartell que el rebia amb el lema «Salut al defensor del bilingüisme», que «yo os digo en nombre del gobierno de la República que el decreto que se ha dado respetando el idioma nativo a Cataluña se extenderá a Valencia (bravos y muchos aplausos. El público aclama al orador).

L’incompliment d’una promesa ministerial

El ben cert és que mestres com Carles Salvador ja havien assenyalat les dificultats d’implantar el Decret de bilingüisme al País Valencià, perquè havien desaparegut entitats com Nostra Parla i l’Associació Protectora de l’Ensenyança Valenciana i «ara es trobem sense organismes que es preocupen a fons d’esta qüestió bàsica», i fins i tot afirmava que «ací no tenim preparació per a rebre’l dignament i per a fer-ne un ús ben pedagògic» («Per l’ensenyança en valencià», Avant, 26, 23 de maig de 1931). I el que és pitjor, per part de les institucions públiques valencianes no hi havia el mínim interés per a solucionar les carències existents.Segurament per aquestes deficiències, el ministeri va fer cas omís a la petició, i no serà sinó anys després, el 1936, que diverses institucions valencianistes van tornar a sol·licitar a les autoritats madrilenyes l’aplicació al País Valencià de l’esmentat decret. Així, els dies 26 de febrer i el 10 de març de 1936, als locals de l’Associació Protectora de l’Ensenyança Valenciana a València, es reuniren representants de diverses entitats i partits polítics valencianistes com el Seminari de Pedagogia i la Càtedra Lluís Vives de la Universitat, el Centro de Cultura Valenciana, la Societat Castellonenca de Cultura, Lo Rat Penat, Proa, l’Agrupació Valencianista Escolar, la FUE, el Centre d’Actuació Valencianista, la Societat d’Autors Valencians, l’Agrupació Valencianista Republicana, el Partit Valencianista d’Esquerres, Esquerra Valenciana, Unió Valencianista i els periòdics El País Valencià, Acció i La República de les Lletres. A la reunió s’aprovà enviar una instància al ministre d’Instrucció Pública, Marcel·lí Domingo, fent-li unes peticions concretes respecte a l’ensenyament del valencià a les escoles públiques i a la Universitat, petició que no va tenir una resposta política immediata, però que fou atesa en plena guerra civil. Efectivament, a finals de 1936 en va crear «una cátedra de Lengua y Literatura valenciana, que formará parte integrante del plan de estudios en la forma que se establezca por este Ministerio» (Gazeta de la República, 23 de novembre de 1936).

Aquest decret possibilità la creació de l’Institut Lo Palleter, en la zona dels poblats marítims de València, en el qual s’instaurà l’esmentada càtedra, i en el preàmbul del decret s’especificava que d’aquesta manera «se da satisfacción a las aspiraciones regionales [que] aconsejan la creación de nuevos establecimientos docentes en los que se preste debida atención al estudio de la lengua vernácula». En la pràctica, però aquest institut mai arribarà a funcionar, i a més a més, el decret no permetia la implantació de càtedres de valencià en els altres centres d’ensenyament existents. De fet, tot fa pensar que només es tractava d’un simple gest davant de l’establiment del Govern de Madrid a València produït a principis del mes de novembre de 1936.

Dissortadament, estem davant d’un exemple més sobre com els governs espanyols, tant de dreta o d’esquerra, van actuar en el passat impedint un dret tan bàsic com era que els estudiants valencians reberen l’ensenyament en la llengua pròpia, i aplicant una política lingüística encaminada a imposar el castellà que, com proclamava la Constitució de 1931, era «el idioma oficial de la República», el qual tots els espanyols tenien la «obligación de saberlo y el derecho de usarlo», mentre que «a nadie se le podra exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional».
La reivindicació del valencià a l’escola pren força el 1936
Passada l’eufòria inicial, aquesta promesa va caure en l’oblit i el ministre d’Instrucció Pública va afirmar que ni al País Valencià ni a les Illes Balears hi havia entitats culturals competents per tal d’implantar-lo amb suficients garanties. Evidentment, aquesta declaració ministerial havia de provocar una lògica reacció, almenys, per les entitats al·ludides, i el Centro de Cultura Valenciana va adreçar una carta al ministre informant-lo que a València aquesta entitat treballava des de feia anys per la llengua amb diverses iniciatives, a més de diverses institucions com la Universitat i altres centres d’ensenyament. La carta, signada per Francesc Martínez, Lluís Cebrian, Nicolau Primitiu Gómez i Salvador Carreres, denunciava que amb aquesta actuació se «cercena el derecho legítimo de millares de niños a recibir su primera formación escolar por medio de su lengua vernácula», i demanava que se «extienda el uso del bilingüismo a la región de Valencia, donde podrá ser aplicado a los escolares hasta los ocho años de edad en aquellos pueblos de habla valenciana que forman las nueve décimas partes de la región por aquellos maestros que estén capacitados para el uso del bilingüismo, con la obligación a partir de la edad infantil señalada de utilizar el castellano para el aprendizaje y cultivo del idioma oficial» (El Pueblo, 8 d’agost de 1931).
Aquesta possibilitat esperonà diverses forces polítiques i entitats culturals valencianes que iniciaren una campanya demanant la seua aplicació al País Valencià. Tant és així que, el 6 de maig de 1931, el ple de l’Ajuntament de València aprovà per unanimitat la proposta de l’alcalde, Agustí Trigo, de «dirigirse al Gobierno provisional de la República para que haga extensivo el decreto autorizando el bilingüismo» (El Pueblo, 6 de maig de 193).

per la República Mallorquina Independent, ací acaba l’article de Josep Palau

República espanyola? No, gràcies!

|
El 90è aniversari de la Segona República espanyola ha donat lloc a Mallorca a un seguit de commemoracions que només es poden entendre des del desconeixement històric o la colonització mental. No cal dir que els valors del republicanisme són universals i s’han de defensar i reivindicar, però si parlam de la República espanyola no podem oblidar el fet cabdal i determinant que som una colònia d’Espanya.

Una república no es garantia de respecte als drets de les nacions conquerides i sotmeses, com ho demostra cada dia el tracte dispensat per la República francesa a la Catalunya del Nord. Ni hauríem d’oblidar mai que la Segona República espanyola obligà Francesc Macià a renunciar a la República Catalana sota amenaça d’intervenció militar, amenaça que l’Espanya republicana va fer realitat l’octubre de 1934 quan Lluís Companys va proclamar l’Estat català, amb el resultat de 74 morts, 252 ferits i centenars d’empresonats, entre els quals el president català.

És evident que la Segona República espanyola suscita simpaties a Mallorca com a reacció a la corrupció i l’autoritarisme de la monarquia borbònica, i que associam el republicanisme amb figures insignes assassinades pel feixisme espanyol, com Emili Darder, Alexandre Jaume, Antoni Mateu i Antoni Maria Ques. Pel que respecta als Països Catalans, emperò, canviar monarquia per república espanyola és fugir del foc i caure a les brases. A tall d’exemple, com ha explicat fa poc en una entrevista a dbalears.cat el sociòleg Daniel Escribano, autor del llibre ‘El conflicte lingüístic a Catalunya, el País Valencià i les illes Balears durant la Segona República’: «Tant a la Segona República com ara regeix un principi de supremacisme lingüístic: el castellà està per damunt de la resta». I el supremacisme lingüístic, com és ben sabut, és una cara més del colonialisme polític i econòmic.

Una nova República espanyola, si és que l’arribam a veure qualque dia, no canviaria res. La sobrada majoria colonialista que formen el PP, PSOE, Vox i companyia continuaria espoliant-nos, vulnerant els nostres drets lingüístics i impedint-nos per la força el dret a decidir. Seria canviar-ho tot perquè no canviàs res, tal com la restauració borbònica de 1975. Pitjor encara: ens trobaríem més fermats i compromesos que mai amb l’Estat colonial, perquè votaríem un president de la república. I això significaria haver de triar com a cap de l’Estat un Felipe González, un José Maria Aznar o altres espècimens del mateix pelatge.

En lloc de commemorar uns fets que només mereixen ser recordats per prendre’n nota i no tornar a travelar amb la mateixa pedra, ens convendria més tenir present que Mallorca, per la via dels fets, ha estat dues vegades una república independent d’Espanya. El 31 de juny de 1713, quan l’arxiduc Carles d’Àustria va abandonar els Països Catalans arran del tractat d’Utrecht, Mallorca es va governar a sí mateixa fins que va capitular l’11 de juliol de 1715 davant les tropes borbòniques de Felipe V. I ara que commemoram els 500 anys de les Germanies, passam massa per alt que ens vam deslligar de les ordres de Madrid el març de 1521, quan els agermanats van destituir el virrei Gurrea, i vam comandar a ca nostra fins que l’exèrcit de Carles V ens va massacrar dos anys després. En ambdues ocasions vam ser lliures i ens vam auto-governar de bondeveres, malauradament en temps de guerra i fins que Espanya ens va tornar a sotmetre a sang i a foc.
República espanyola, per tant? No, gràcies! República mallorquina independent.

L’imperialisme republicà espanyol del 14 d’Abril de 1931 respecte als federals catalans: la proclamació i discurs que Espanya va rebutjar i anular

Francesc Macià proclama la República Catalana com Estat integrat de la Federació ibèrica.
Plaça de Sant Jaume, Barcelona · 14 abril de 1931

Catalans :
Interpretant el sentiment i els anhels del poble que ens acaba de donar el seu sufragi, proclamo la República Catalana com Estat integrant de la Federació ibèrica.
D’acord amb el President de la República federal espanyola senyor Niceto Alcalá Zamora, amb el qual hem ratificat els acords presos en el pacte de Sant Sebastià, em faig càrrec provisionalment de les funcions de President del Govern de Catalunya, esperant que el poble espanyol i el català expressaran quina és en aquests moments llur voluntat.
En fer aquesta proclamació, amb el cor obert a totes les esperances, ens conjurem i demanem a tots els ciutadans de Catalunya que es conjurin amb nosaltres per a fer-la prevaler pels mitjans que siguin, encara que calgués arribar al sacrifici de la pròpia vida.
Tot aquell, doncs, que pertorbi l’ordre de la naixent República Catalana, serà considerat com un agent provocador i com un traïdor a la Pàtria.
Esperem que tots sabreu fer-vos dignes de la llibertat que ens hem donat i de la justícia que, amb l’ajut de tots, anem a establir. Ens apoiem sobre coses immortals com són els drets dels homes i dels pobles i, morint i tot si calgués, no podem perdre.
En proclamar la nostra República, fem arribar la nostra veu a tots el pobles d’Espanya i del món, demanant-los que espiritualment estiguin al nostre costat i enfront de la monarquia borbònica que hem abatut, i els oferim aportar-los tot el nostre esforç i tota l’emoció del nostre poble renaixent per afermar la pau internacional.
Per Catalunya, pels altres pobles germans d’Espanya, per la fraternitat de tots els homes i de tots els pobles, Catalans, sapigueu fer-vos dignes de Catalunya.
Barcelona, 14 d’abril de 1931.

El President
FRANCESC MACIÀ

SOLDEVILA, F.: Història de la Proclamació de la República a Catalunya. Barcelona, 1977, pàgs. 46-48