La inestabilidad del PPCV permite recuperar terreno a Zaplana en la Comunitat
El exministro inquieta a amplios cuadros del partido al conquistar más espacio para sus peones con el beneplácito de Fabra
08.03.14 – 00:12 – J. C. FERRIOL | VALENCIA.
Hasta tres comidas con empresarios, una conferencia en el Club Siglo XXI, una reunión privada en el Villa Gadea de Altea, cenas de verano… Que la relación entre el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, y el expresidente y exministro Eduardo Zaplana es cada día más estrecha es un secreto a voces. Un vínculo que se ha mantenido abierto desde que el primero llegara a la presidencia del Consell, y que ha permitido al segundo recuperar progresivamente la influencia que perdió con el mandato de Francisco Camps y con el arrinconamiento de sus principales referentes.
Zaplana vuelve a intervenir en el PP valenciano. El exlíder de los populares de la Comunitat no tiene ninguna intención de recuperar el protagonismo político que tuvo durante siete años en esta autonomía, y que le catapultó al ministerio de Trabajo durante la presidencia de José María Aznar. Así lo ha trasladado a todos los que se lo han preguntado.
Pero el protagonismo político no está reñido con el poder ni con la influencia. Y tras dos legislaturas -las dos presididas por Francisco Camps- de progresivo desplazamiento de sus más estrechos colaboradores, la presidencia de Fabra le ha permitido recuperar un espacio de visibilidad para su núcleo duro que no pasa inadvertido en el resto del partido. Dirigentes del PP valenciano admiten en privado su inquietud al comprobar cómo el expresidente logra sostener y sitúa estratégicamente a sus peones en puestos clave, ante un horizonte de futuro incierto para el PP valenciano.
Fabra se la juega en las próximas elecciones europeas. Y esa realidad refleja la inestabilidad de un liderazgo sacudido por la crisis económica y por las causas judiciales que afectan a cargos del PP valenciano. Y, sobre todo, por una gestión al frente del Consell y del PP valenciano en la que las heridas abiertas y la falta de capacidad para cohesionar han sido una constante. Fabra no está fuerte, y en situaciones de ese tipo la cesión de espacios de poder acaba produciéndose.
La influencia de Zaplana sobre la presidencia de Fabra se ha hecho más que visible en distintos ámbitos. La reunión mantenida hace pocas fechas con la exconsellera y expresidenta del PP de Benidorm, Gema Amor, es la más evidente. La exdirigente popular, ahora en el CDL, trasladó a Fabra la posibilidad de regresar a su expartido -al que privó de mantener la alcaldía de la capital de la Marina Baja-. Un encuentro para el que Fabra contó con la presencia del presidente provincial del PP alicantino, José Císcar, y que, según ha podido saber este diario, se produjo tras la mediación de Zaplana. Fuentes de presidencia de la Generalitat confirmaron ayer el encuentro aunque precisaron que había sido una reunión privada y no revelaron su contenido. Amor, respecto a esta misma reunión, aprovechó para elogiar a Fabra y su capacidad para «construir», frente a los que «se han dedicado a destruir», en implícita referencia a Camps.
La posible reincorporación de Amor -persona de la máxima confianza de Zaplana- ha agudizado el malestar existente en el PP de la provincia de Alicante con Fabra. La cada vez mayor influencia del exministro no pasa inadvertida para una provincia que se partió en dos durante la batalla entre sus seguidores y los de Camps, y que parecía haber recuperado la calma desde el último congreso provincial.
El eventual regreso de Amor -a la que sus compañeros de partido no perdonan que dejara el partido al no tener mayoría para optar a la alcaldía- se une a la situación de otros referentes cercanos a Zaplana y que Fabra mantiene con un protagonismo y un nivel de visibilidad que no se entenderían si no formaran parte de un acuerdo entre ambos. El caso de José Joaquín Ripoll, que se mantiene en la presidencia del puerto de Alicante pese a estar imputado, es uno de los más visibles. La mayoría del PP alicantino logró apartar a Ripoll de la presidencia provincial y de la Diputación, y el que fuera vicepresidente del Consell encontró acomodo al frente del puerto de Alicante. Imputado desde mediados de 2010 en una de las ramas de Brugal, la famosa línea roja de Alberto Fabra no ha afectado al exlíder del PP alicantino, que además ha aprovechado el evidente espacio de autonomía que le confiere la autoridad portuaria alicantina para adoptar decisiones tan cuestionables como la de contratar como coach a su propio cuñado. «Apartar a Ripoll supondría romper el pacto», se le ha escuchado a algún cargo del PP alicantino en alusión a ese acuerdo con el entorno de Zaplana que ha permitido la paz orgánica.
La creciente influencia de Zaplana amenaza con extenderse incluso a la composición del Consell. El exministro habría trasladado ya a Fabra la conveniencia de introducir cambios en su gabinete. Un escenario que el presidente de la Generalitat ha venido descartando, pero que la composición de la candidatura del PP para las europeas podría precipitar.
Zaplana apadrina al alcalde de Altea y vicesecretario de Política Territorial, Miguel Ortiz, para su incorporación al Consell. Una propuesta que conoce la secretaria autonómica de Coordinación, Esther Pastor, que también mantiene una buena relación con el exministro y que se habría mostrado partidaria de su incorporación al Gobierno autonómico. La llegada de Ortiz le daría además una buena salida de una alcaldía en la que podría tener que hacer frente a corto plazo a algún problema de gestión.
Para mover el Consell, Fabra cuenta con la justificación de que alguno de los miembros del Ejecutivo pudiera formar parte de la lista europea. Un escenario que se contempla en el seno del PP valenciano, y para el que han sonado los nombres del propio Císcar y de Maria José Català. Cualquier movimiento daría vía libre a la incorporación de Ortiz.
En el trasfondo de esta creciente influencia de Zaplana sobre la gestión de Fabra aparece el horizonte político y electoral del PP valenciano. Las encuestas que se han dado a conocer anticipan que los populares no sólo no mantendrán la mayoría absoluta, sino que podrían sufrir un revolcón estimable. La composición de las candidaturas electorales se antoja clave para perfilar la composición del futuro grupo popular, cuyo control se convertiría en determinante para muchas de las decisiones a adoptar en el medio plazo del partido -tanto en la designación de sus responsables como en el horizonte orgánico-.
El protagonismo en ese escenario del secretario general del PP valenciano, Serafín Castellano, se perfila como definitivo. El número dos del partido disfruta en la actualidad de un nivel de influencia sobre Fabra sólo comparable al de Pastor y ha logrado situar a Lola Johnson al frente de Comunicación.
Castellano será pieza clave en la elaboración de las candidaturas. Y a juicio de muchos cargos populares, decir eso es tanto como confirmar el protagonismo que Zaplana tendrá en ese proceso. En amplios círculos del PP de la Comunitat se especula con que la composición de las listas -de la que ya se habla en algunas reuniones de partido- visibilizará esa creciente influencia de Zaplana en el partido. Algunos de los nombres que se manejan para esas candidaturas ya están considerados como inequívocamente cercanos al exministro: Miguel Ortiz, Miguel Peralta, Macarena Montesinos, la propia Gema Amor… Todos son de la provincia de Alicante. En Valencia, el margen de maniobra de Castellano le permitiría incluir no sólo a sus más estrechas colaboradoras, sino también al núcleo duro de Fabra. Lola Johnson y Esther Pastor figuran en esas quinielas que se hacen ya sobre la composición de esas listas en las que el peso de Zaplana sería más que significativo.