Las falacias actuales de EL PAÍS que Aranguren desmontó ya en 1978
per Víctor Baeta
En la editorial del domingo 4/11/ 2018 Regímenes de libertades, EL PAÍS pretende hacernos pasar gato por liebre. Nos refriega por la cara y sin atisbo de vergüenza que:
“la voluntad popular expresada en el referéndum por el que, en 1978, los ciudadanos ratificaron mayoritariamente el texto elaborado por una comisión de partidos con representación parlamentaria, y aprobado por una Asamblea Constituyente elegida dos años antes.”
Que desfachatez tildar de ‘Asamblea Constituyente’ la convocatòria neofranquista (de la ley a la ley) y los resultados electorales del 15 de junio de 1977.
La Monarquia restaurada por Franco y la Constitución de 1978, que pretende legitimarla, son las instituciones que fundamentan el actual estado de derecho.
La Constitución de 1978 fue un trágala que desmontó en un riguroso artículo el profesor Aranguren [El País 27.V.78] en donde decía: “…para que sea posible, en serio, una Constitución, es menester un proceso constituyente, la eclosión desde abajo, de la democracia y la convocatoria al país por el país a unas cortes constituyentes. Es decir justo lo que no ocurrió al extinguirse el régimen anterior por muerte natural de su fundador y al funcionar con todo rigor el previsto mecanismo de trasmisión del poder supremo”.
Un trágala, a la que se prestaron PCE, PSOE y CDC, que ha podido resistir hasta ahora gracias al llamado consenso entre aquellos que la pactaron y que se ha empezado a agrietar seriamente por el abandono del mismo por parte de los catalanes, ahora acontecidos republicanos.
En 1998 escribia al respecto de la Constitución de 1978.
Desde el mismo sistema se había aceptado que el proceso fue “singular, sui generis y heterodoxo“ (P.Lucas Verdú: La singuralidad del proceso constituyente español. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1978). “Singular” en la medida que no existe una ruptura legal y por la presencia “de los poderes fácticos que han conservado intacto su poder”; “sui generis”, “por la disminución (ausencia diríamos nosotros) del poder constituyente en su calificación de soberano y originario”; y “heterodoxo”, “por no seguir los cánones tradicionales de la dogmática democrática constitucional” es decir por la ausencia de un gobierno provisional encargado de organizar la transición pacífica del régimen anterior al nuevo; la inexistencia de una Asamblea unicameral encargada de redactar la Constitución, la cual fue sustituida por una Ponencia reducida donde faltaban el PSP, todos los grupos vascos y los partidos catalanes republicanos y soberanistas; y, finalmente, por la ausencia de una convocatoria hecha por parte de los “constituyentes” en este sentido.
Pero también desde el sistema, se quería justificar el tràgala al decir que si bien, en origen, faltó un verdadero proceso democrático, este fue adquiriendo esta condición con el llamado consenso y por los objetivos que se marcaron. Lucas Verdú viene a decir: “la irregularidad o heterodoxia del proceso constituyente español puede juzgarse según los resultados a los que llegue (…) La génesis de la inminente Constitución ha sido heterodoxa; sus efectos, si consigue consenso y duración, ortodoxas”. Es decir la fundamentación del trágala del 78 obliga el mantenimiento continuo del consenso por parte del “bloque constitucional” y al mantenimiento de su silencio para hacerla “ortodoxa”.
Pero con todo, aquello más inquietante, todavía hoy, por su condición de auténtico chantaje, paralitzador de iniciativas y auténtica prueba del estado de derecho vigilado y tutelado, en el que vivimos, es el mantenimiento, en el texto constitucional redactado en 1978, del artículo que atribuye a las fuerzas armadas la defensa de la “integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. Artículo que en el año 1998, cuando yo escribía este escrito, todavía se nos presentaba escalofriante después de conocer los puntos de vista del fiscal en jefe Fungairiño sobre los golpes de estado en Chile y Argentina.
Roto el consenso por parte de los republicanos catalanes, la mentira se hace evidente y muchos, como en el cuento del danés Andersen, ven ya que “el rey está desnudo”. Los demócratas de nuevo nos hemos de agrupar para acabar con la larga noche franquista, ahora con apellido borbónico, que paso a paso, se nos aparece, ahora ya, sin maquillajes y para generar los procesos constituyentes republicanos definitivos .
Víctor Baeta de República Valenciana / Partit Valencianiste Europeu
Molt bo Victor